Introducción
El
gobierno de la iglesia es un asunto extremadamente significativo desde el punto
de vista práctico y teológico. La forma en la que la iglesia es gobernada
afecta a cada aspecto de su vida interior.
Pero
lo importante no es que haya alguna forma de gobierno, sino que ésta se ajuste
a lo que ha establecido Dios en su Palabra. Pero ¿hay realmente una base
bíblica para insistir en la forma de gobierno de la iglesia? Algunos piensan
que la iglesia de la era apostólica carecía de organización y por lo tanto no
podemos encontrar en la Biblia información referente a este punto. Sin embargo,
como veremos más adelante, la evidencia bíblica no confirma este supuesto, sino
que el Nuevo Testamento nos ofrece más instrucciones en relación a este tema
que sobre otros aspectos importantes de la iglesia como la cena del Señor o el
bautismo.
La autoridad espiritual en la Iglesia
Local
La
autoridad absoluta e indiscutible en la Iglesia, la familia de Dios, pertenece
al Padre, quien es a la vez Creador, Redentor, Señor y Juez.
El
Padre ha colocado el ejercicio de esta autoridad absoluta en las manos de su
Hijo, el Señor Jesucristo, quien, además de haber recibido toda autoridad en el
cielo y en la tierra (Mt 28:18), de forma
específica ha sido nombrado como Cabeza de la Iglesia con plena autoridad sobre
ella (Ef 1:20-23) (Ef 5:23) (Col 1:16-18).
El
Señor Jesucristo ejerce su autoridad en la Iglesia universal y en las iglesias
(locales) de forma directa, como el que anda en medio de los
"candeleros", que son las iglesias de Dios (Ap 1:10-20) (Ap 2:1). Y también se
comunica directamente con ellas para exhortar, reprender, consolar y expresar
su voluntad (Ap 2-3).
¿Cómo se manifiesta la autoridad espiritual
en la iglesia local?
Esta
autoridad se manifiesta en la iglesia por medio del Espíritu de Cristo, aquel
que le glorifica y transmite su voluntad (Jn 14:26) (Jn 15:26) (Jn 16:13-15), y que tiene
el cometido de comunicar esta voluntad directamente a las iglesias (Ap
2:7,11,17).
También
por medio de la Palabra de Cristo (Mt 28:18-20); por eso es
un deber fundamental de cada iglesia asegurar que la Palabra de Cristo tenga su
lugar preeminente en la congregación y produzca los efectos positivos
correspondientes (Col 3:16).
Y
por medio de los dones de Cristo, especialmente aquellos asociados con la
dirección de la iglesia (Ef 4:11-12) (Ro 12:8) (1 Co 12:28). Notemos que
es el Espíritu Santo quien pone a los pastores en la iglesia (Hch 20:28). En este
sentido debemos recordar que no fue la iglesia, ni los apóstoles quienes
eligieron a determinados hombres como responsables, sino que fue el Espíritu
Santo, aunque por supuesto, los medios humanos no fueron excluidos del proceso
de constitución de los ancianos.
Características del gobierno de la
iglesia
Veamos
algunas de las características del gobierno de la iglesia tal como ha sido
establecido por Dios en su Palabra.
1.
No es un gobierno jerárquico
La
Biblia desconoce cualquier sistema de jerarquía eclesial humana como los que
han creado lo hombres a lo largo de la historia de la iglesia.
Según
la Palabra de Dios, cada iglesia local es "autónoma", esto quiere
decir que aunque está estrechamente ligada a otras iglesias locales por lazos
de comunión cristiana y colaboración en la obra del Señor, sin embargo es
responsable directamente a Cristo, su Dios y Salvador (Tit 2:13-14), quien
ejerce una autoridad directa sobre ella y no a ninguna cúpula religiosa. Hay
abundantes evidencias de los fuertes lazos de comunión y de amor fraternal que
unían las iglesias de la edad apostólica y aun después, pero no existe ninguna
mención de la subordinación de unas a otras que fuesen más poderosas y más
prestigiosas por su número o por su posición geográfica.
Los
asuntos de importancia general se discutían para que hubiera mayor luz y guía
para todos, pero sin que se estableciera el dominio de ciertas iglesias sobre
otras. Por ejemplo, la cuestión de la circuncisión de los creyentes gentiles se
trató entre los ancianos de la iglesia en Jerusalén y los representantes de la
de Antioquía, pero no hay el menor indicio de que la iglesia de Antioquía fuese
subordinada a la de Jerusalén (Hch 15).
2.
No es un gobierno democrático
Al
estar compuesta la iglesia de personas con distintos grados de entrega al Señor
y de madurez espiritual, las decisiones finales, en lo que respecta a la vida
de la congregación, no pueden basarse en un principio democrático.
La
opinión de un recién convertido, o de un hermano mundano, poco comprometido con
el Señor, no puede tener el mismo valor que el de una persona madura en Cristo
y sujeta a su voluntad (2 Cr 10:1-16).
La
Palabra de Dios da abundantes muestras de cómo el criterio democrático de la
multitud puede conducir al desastre espiritual:
·
Todo el pueblo lloraba afligido
porque en el desierto no se les daba pescado como en Egipto (Nm 11:4-6,10).
·
El pueblo "vota" seguir a
los diez espías en vez de a Caleb y Josué, designando un líder para devolverles
a la esclavitud de Egipto (Nm 14:1-10).
·
Otra vez, toda la congregación se une
a la rebelión de Coré contra Moisés (Nm 16:19-21).
·
Luego, todo el pueblo murmura contra
Moisés porque el viaje parece muy largo (Nm 21:4-5).
3.
El gobierno en la iglesia es masculino
El
hombre y la mujer son iguales en esencia, al ser ambos creados a la imagen y
semejanza de Dios, y en posición ante Dios, al recibir ambos la salvación sobre
la misma base de la fe en Cristo como Salvador (Gn 1:27) (1 Co 11:11-12) (Ga 3:28). Ambos son hijos
de Dios, sacerdotes ante Dios, siervos de Dios dotados por los dones de su
Espíritu, miembros del Cuerpo de Cristo y coherederos de la gracia de la
vida (1 P 3:7).
Siendo
iguales en esencia y en posición ante Dios, sin embargo son diferentes en
cuanto a los roles o papeles que Dios les ha asignado dentro de la familia y de
la iglesia.
Por
lo tanto, aunque el servicio del varón en la iglesia puede abarcar todas las
áreas de ministerio que existen o puedan surgir, hay ciertos ministerios que
les compete sólo a ellos, y no a las mujeres. En la iglesia local, y en el
contexto de la iglesia reunida, Dios ha señalado que la responsabilidad de
enseñar y de ejercer autoridad le corresponde al varón (1 Co 14:33-38) (1 Ti 2:11-12).
Con
esto coincide el hecho de que Jesús eligió doce hombres para que fueran
apóstoles, y de igual manera en el Antiguo Testamento fueron los hijos varones
de Jacob los que dieron lugar a las doce tribus de Israel.
El
restringir a la mujer del liderazgo en la iglesia sería injusto y
discriminatorio si fuera decidido arbitrariamente por hombres para sus propios
fines egoístas, pero si tal restricción fue parte del plan de un sabio Creador,
entonces no es discriminación, es justo y bueno para la iglesia local y toda la
raza humana.
Términos usados para el liderazgo de
la iglesia
Aunque
cada miembro tiene su responsabilidad especial en relación con la vida total de
la iglesia, sin embargo, el libro de los Hechos y las Epístolas nos enseñan
claramente que Dios ha provisto a la iglesia de hermanos de madurez espiritual,
de criterio y de conocimientos bíblicos, en quienes se manifiesta el don de
pastor o anciano, y que han de ser reconocidos por la congregación (1 Ts 5:12-13) (He 13:17), formando
conjuntamente el "consejo de ancianos".
Los
términos empleados en el Nuevo Testamento para referirse a los líderes de las
iglesias locales son varios y el conjunto de todos ellos nos dan una idea
precisa de sus funciones:
1.
Anciano o presbítero
Tiene
un trasfondo judío, procede del Antiguo Testamento. Aunque si bien es cierto
que hay paralelismos legítimos e instructivos entre los ancianos del Antiguo y
del Nuevo Testamento, sin embargo, no son iguales.
El
trabajo y las aptitudes del anciano cristiano están definidos más claramente
que las del anciano del Antiguo Testamento, o el anciano de la sinagoga judía
del que sabemos muy poco.
Podemos
decir que este término tiene la virtud de combinar en sí el entendimiento
espiritual maduro y la experiencia.
Podemos
verlos en estos pasajes: (Hch 11:30) (Hch 14:23) (Hch
15:2,4,6,23) (Hch 20:17) (1 Ti 5:17) (Tit 1:5) (1 P
5:1,5).
2.
Pastor
Se
destaca la idea de provisión de alimento y cuidado, a la vez que enfatiza el
carácter y el cuidado amoroso de las personas puestas a su cuidado.
Se
emplea en (Ef 4:11) y el verbo
lo encontramos en (Jn 21:16) (Hch 20:28) (1 P 5:2).
3.
Obispo o sobreveedor
En
el mundo antiguo la palabra servía para describir a alguien que se cuidaba de
que las cosas hechas por otros se realicen correctamente. En la iglesia el
obispo supervisará la naturaleza auténtica de toda obra espiritual. Y debe ser
alguien capaz de percibir necesidades, errores y peligros.
Se
emplea en (Hch 20:28) (Fil 1:1) (1 Ti 3:1) (Tit 1:7) (1 P 2:25).
4.
Administrador
Un
administrador era el encargado de las posesiones, alguien que tenía
oficialmente la responsabilidad sobre los siervos, la propiedad e incluso las
finanzas de su señor. Los ancianos son administradores de la casa de Dios, la
iglesia local.
El
término subraya su responsabilidad por cuidar y administrar correctamente la
familia de Dios como mayordomos fieles y prudentes (Lc 12:42-44).
Notemos,
por ejemplo que fue a los ancianos que los cristianos de Antioquía enviaron su
contribución para los pobres con el fin de que la administraran (Hch 11:30).
Podemos
verlo también en (Tit 1:7) (1 Co 4:1-2).
5.
Gobernar o guiar
En
(He 13:7,17,24), la palabra que nuestra versión traduce por
"pastores" en el original es diferente y podría ser traducido como
"gobernantes" o "guías".
6.
Dirigir
En (1 Co 12:28) Pablo
enumera algunos dones entre los que se encuentra el de "administrar".
Este término se usaba originalmente en griego con referencia a aquel que
gobierna un barco, un piloto o timonel (Hch 27:11), y así
metafóricamente a uno que dirige o marca el rumbo a seguir.
7.
Presidir
Literalmente
"colocarse delante", gobernar, dirigir, tomar una posición de
liderazgo.
Lo
encontramos en (Ro 12:8) (1 Ts 5:12) (1 Ti 5:17).
El pastor, anciano u obispo son una
misma persona
Aunque
en la actualidad cada denominación tiene sus preferencias a la hora de
referirse a sus líderes, en el Nuevo Testamento los términos
"pastor", "anciano" y "obispo" son totalmente
intercambiables
·
Por ejemplo, en (Hch 20:17) se les
llama "ancianos", y las mismas personas en (Hch 20:28) son
descritos como "obispos" y se les manda "pastorear".
·
En (1 P 5:1,5) se los llama
"ancianos", (1 P 5:2) les manda
"apacentar" o "pastorear" y les exhorta a mirar al
"Príncipe de los pastores" (1 P 5:4).
Toda
distinción oficial entre los diferentes términos, exaltando uno sobre el otro,
son de origen post-apostólico. El Nuevo Testamento no revela nada de esta
distinción.
Y
tampoco hay base bíblica para el uso que el catolicismo hace del término
"obispo" como aquel que es responsable de un conjunto de iglesias en
una zona.
Un gobierno plural
La
disposición divina que se ve en el Nuevo Testamento era que se debía señalar
una pluralidad de ancianos en cada iglesia, lo que llamamos "consejo de
ancianos" o "presbiterio". Veamos algunos pasajes bíblicos que
lo demuestran:
·
(Hch 14:23) "Y
constituyeron ancianos en cada iglesia".
·
(Hch 20:17) "Enviando,
pues, desde Mileto a Éfeso, hizo llamar a los ancianos de la iglesia".
·
(Fil 1:1) "Pablo
y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están
en Filipos, con los obispos y diáconos".
·
(1 Ti 4:14) "No
descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la
imposición de las manos del presbiterio".
·
(Tit 1:5) "Por
esta causa te deje en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y
establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé".
·
(Stg 5:14) "¿Está
alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él,
ungiéndole con aceite en el nombre del Señor".
·
El término "obispo" sólo es
utilizado en singular para describir cómo debían ser éstos: (1 Ti 3:2) (Tit 1:7).
Ventajas del gobierno plural
Para
la administración cotidiana de la iglesia, un "consejo de ancianos"
siempre será mejor. Por ejemplo la Biblia indica que "mejor son dos que
uno" (Ec 4:9), "en la
multitud de consejeros hay seguridad" (Pr 11:14), "en la
multitud de consejeros está la victoria" (Pr 24:6).
Es
un hecho sumamente significativo y con frecuencia descuidado que nuestro Señor
no designó a un único hombre para guiar su Iglesia. Personalmente señaló e
instruyó a doce hombres. Cristo proveyó a la Iglesia de pluralidad en el
liderazgo. Los doce proveen un maravilloso ejemplo de unidad, humildad, amor
fraternal y estructura de liderazgo compartido.
Es
cierto que puede haber casos especiales. Por ejemplo en muchas iglesias
pequeñas, habrá un solo anciano. Y entre las dos alternativas, la de reconocer
a hombres no cualificados, y la de esperar hasta que el Señor levante a hombres
que cumplan con los requisitos espirituales del anciano, siempre será
preferible esperar, aunque el anciano en funciones tenga que quedarse solo
hasta que maduren hombres con una vida espiritual en condiciones. El modelo del
Nuevo Testamento de una pluralidad de ancianos es deseable, sabio, y bueno,
pero no es un mandamiento. El mandamiento es que sólo se reconozca a los
hombres cualificados.
Por
otro lado, el gobierno plural sirve para evitar el "síndrome de
Diótrefes" (3 Jn 1:9-10), es decir,
la tendencia buscar el primer lugar como dirigente principal de la
congregación. Constituye un salvaguarda contra la tentación de buscar el mando
y el dominio en la iglesia y de señorearse con arrogancia sobre los santos. En
un consejo de ancianos, cada anciano está bajo la autoridad espiritual de los
demás miembros del consejo, y sumiso a su dirección pastoral. Este control y
equilibrio provisto por hombres con la misma autoridad es muy saludable y ayuda
a lograr la actitud deseada que Pedro expresó en (1 P 5:1-3).
El
liderazgo compartido estimula el crecimiento personal en la madurez espiritual,
al proporcionar constantemente oportunidades de practicar el amor fraternal, la
humildad, la sumisión mutua, la disposición de servir y la búsqueda conjunta de
la voluntad del Señor en la oración para su pueblo (Fil 2:1-5).
La
pluralidad del liderazgo permite compartir la carga de la dirección de la
congregación, puesto que los problemas que surgen en esta labor no recaen sobre
un solo individuo, sino que pueden ser resueltos por un trabajo en equipo (Ga 6:2). Si las largas
horas, las pesadas responsabilidades y los problemas de pastorear una
congregación no son suficientes para abrumar a una persona, tratar con los
pecados de las personas y escuchar sus quejas aparentemente interminables y
amargos conflictos sí pueden aplastar a un individuo. Incluso el poderoso
Moisés decayó casi hasta la muerte bajo las presiones de conducir al pueblo de
Israel (Nm 11). Con seguridad
todo pastor que ha procurado cumplir su tarea conforme a las Escrituras se ha
sentido, en algún momento u otro, como Moisés. Por eso, si el sistema de
liderazgo es el pastor único con frecuencia, llegará a estar sobrecargado más
allá de sus fuerzas y se sentirá solo y aislado, mientras que la congregación
hacen las veces de críticos de primera fila. Esta es una de las razones por las
que hay tantos pastores de "corto plazo" en las iglesias. Muchos
otros pastores se mantienen en la misma iglesia pero son ineficaces porque
sufren de severo agotamiento por la lucha. Pero en un sistema de liderazgo
conjunto de ancianos, la pesada carga de la vida pastoral es compartida por
varios ancianos calificados y activos. Este equipo provee pastores para cada
pastor, hombres de quienes se puede esperar pleno apoyo y ayuda (Ec 4:9-12).
Además
hace factible el equilibrio entre los aspectos fuertes y los débiles de cada miembro
del equipo, cada uno fortaleciendo a los demás en las áreas donde está más
capacitado, y recibiendo el apoyo de sus compañeros en las áreas donde sus
dones no destacan tanto. Por ejemplo si un anciano manifiesta un prejuicio o un
desagrado personal hacia alguna persona, dentro o fuera de la iglesia, los
demás pueden corregir eso e insistir en un trato justo.
Permite
también que un mayor número de personas maduras, capaces y consagradas se
puedan involucrar en el ministerio de liderazgo dentro de la congregación, e
impide que un solo individuo llegue a acaparar en su persona muchos de los
dones que Dios ha repartido a los distintos individuos en la iglesia.
La
pluralidad en el liderazgo también facilita que en esta tarea puedan participar
tanto veteranos como personas con menos experiencia, mayores y más jóvenes, que
crea, por un lado, un ambiente muy enriquecedor de aprendizaje para los más
jóvenes, como también una diversidad de perspectivas que puede ser valioso para
los hermanos mayores.
Los
entrenadores saben que los atletas que se entrenan juntos se estimulan unos a
otros a mayores logros. Cuando hay alguien corriendo al lado, el corredor hará
un mayor esfuerzo y aumentará la velocidad. Tal vez ésta sea la razón por la
que el Señor los envió de dos en dos.
Los diáconos
La
palabra castellana "diácono" es una transliteración del griego
"diakonos", que se utiliza treinta veces en el Nuevo Testamento y se
traduce sólo tres veces en nuestra versión por "diácono" (Fil 1:1) (1 Ti
3:8,10).
Originalmente,
el diácono era un criado que servía a la mesa, una especie de mozo de comedor.
En
el Nuevo Testamento, esta palabra se aplica a Cristo mismo, al apóstol Pablo y
a varios otros siervos de Dios que realizaban un servicio espiritual o
material: (1 Co 3:5) (2 Co 3:6) (2 Co 11:23) (Ef 3:7) (Ef 6:21) (Col
1:7,23,25) (Col 4:7) (1 Ts 3:2) (1 Ti 4:6) (Ro 16:1). Es traducido en
muchos de estos pasajes por "ministro".
Hablando
en general, el Nuevo Testamento no tiene un vocabulario técnico para referirse
a las funciones que han de realizarse en las iglesias, ni para designar a las
personas que las realizan, sino que utiliza el vocabulario griego ordinario,
que debe traducirse por su equivalente en el idioma actual de que se trate.
Algunos
han enfatizado demasiado el trabajo administrativo de los siete en (Hch 6:1-6) y piensan
que el diácono ha de entenderse solamente en asuntos materiales, pero a lo
largo del Nuevo Testamento el diaconado no sólo consistía en trabajos de
tesorería o administración, sino que también incluía una labor mucho más
amplia.
Con
el tiempo, Pablo también escribió en sus epístolas pastorales hablando de las
cualidades necesarias para el diaconado (1 Ti 3:8-13).
Los
diáconos sirven al Señor en la potencia del Espíritu Santo, pero han de estar
también bajo la guía de los ancianos, por ser responsables éstos del testimonio
total de la iglesia.
Pero
con ello, la Escritura nunca estable distinciones de grados o categorías entre
los distintos dones que puede haber en la iglesia, sino que pone todo su
énfasis sobre la obra que se realiza, y no en el título o posición oficial que
se ostente.
Resumen
·
La autoridad espiritual en la Iglesia
le corresponde al Señor.
·
Esta autoridad se manifiesta por
medio de dones que él ha dado por medio de su Espíritu Santo.
·
No se trata de un gobierno jerárquico
ni democrático y siempre es un gobierno masculino.
·
Dios gobierna su iglesia por medio de
pastores, maestros, obispos o administradores, que son términos que describen a
la misma persona.
·
Se trata de un gobierno plural.